Contrariamente a lo que pueda parecer, el hielo en las paredes interiores de la nevera no significa que la nevera enfríe más sino, justamente, que enfría menos y consume más energía. ¿Por qué?
El hielo de las paredes de la nevera se forma por una entrada continuada de aire provinente del exterior del aparato. Ese aire nuevo, debido a la diferencia de temperatura, se condensa, y acaba formando la escarcha y hielo que tan familiar resulta a veces. ¿A qué se debe este hecho?
El culpable de este hecho anómalo suele ser la goma de la puerta, también llamada “burlete”, que, con el tiempo, suele resecarse hasta acabar abriendo una vía de entrada de aire. El hielo forma una capa aislante que impide que el frío acceda correctamente al espacio interior de la nevera, de modo que el “motor” de la nevera se ve obligado a trabajar con mayor intensidad.
¿Cómo solucionar esto?
Si el burlete está deteriorado y no ajusta correctamente, la solución es tan sencilla como contundente: hay que cambiar el burlete de la puerta. Con la sustitución del burlete, la formación de hielo desaparece y la nevera vuelve a trabajar al nivel óptimo de consumo.